El VIH o Virus de la Inmunodeficiencia Humana es un retrovirus que ataca al sistema inmunitario de la persona infectada. El sistema inmunitario es la defensa natural de nuestro cuerpo frente a los microorganismos infecciosos, como las bacterias, virus y hongos capaces de invadir nuestro organismo.
En concreto, el VIH ataca y destruye los linfocitos CD4, que se encargan de la fabricación de anticuerpos para combatir las infecciones causadas por estos agentes externos.
La infección por el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH) provoca el síndrome de la inmunodeficiencia adquirida (sida).
Para que se transmita el virus, deben cumplirse estas tres condiciones:
- Una vía de salida para que el virus salga del cuerpo de la persona con VIH (por ejemplo, una hemorragia, la eyaculación, la producción de líquido preseminal, la lactancia materna);
- Un punto de entrada para que el virus entre en el cuerpo de una persona sin VIH (por ejemplo, una herida abierta, lesiones cutáneas, mucosas orales, anales o vaginales, inyecciones, tatuajes o pendientes);
- Un vehículo que transporte el virus entre ambas personas en forma de líquido o secreción corporal como la sangre, el semen, el líquido preseminal, las secreciones vaginales o rectales y la leche materna.
(!¡) Una persona con VIH que se adhiere al tratamiento (seguimiento adecuado del tratamiento) y presenta una concentración indetectable del virus en sus líquidos y secreciones corporales, no tiene riesgo de transmitir el virus.
El VIH NO se transmite al realizar actividades de la vida diaria como dar la mano, estornudar, trabajar, besar, compartir un plato, compartir los inodoros o beber del mismo vaso.